martes, 19 de agosto de 2014

El día que comenzó un sueño llamado "CASAPUEBLO"


Casa Pueblo Punta del Este

Fue el día de su cumpleaños, el 1° de noviembre, Día de Todos los Santos, pero de 1957. Carlos Páez Vilaró cumplía 35 años y estaba buscando un lugar donde instalar su atelier. Hacía ya un tiempo que había decidido dedicarse por completo a la pintura y desde entonces su taller funcionaba en una torre de lo que otrora fue el Molino de la Pastora, donde hoy se encuentra el Hotel Conrad.

Del Molino de la Pastora tuvo que marcharse cuando le impusieron como vecino a una emisora de radio local, que llegó a usar uno de sus cuadros para atajar la lluvia que entraba por una ventana. 

Carlos Páez Vilaró
"Ese día fue un primero de Noviembre de 1957. Así inicié en soledades mi cumpleaños, caminando con fe hacia el encuentro del lugar soñado." Llego en su "destartalado, arisco y quejumbroso (Land Rover ) que era mi caballo de chapa y jamás se enfermaba." Lo dejó en Las Grutas y sin más ayuda que una gruesa vara escaló la sierra de La Ballena, por la ladera este. El esfuerzo tuvo su recompensa, en la cima del morro, encontró el paraíso. Un paisaje lunar, en estado virgen, se abrió ante sus ojos; abrazado por las sierras de Maldonado y el mar sereno y transparente de la bahía de Portezuelo.

Se sentó sobre las piedras y se dejó acariciar por la brisa perfumada por las lavandas. Permaneció horas mirando el horizonte, hasta que llegó el sol para ocultarse, Páez cayó rendido ante el embrujo del SOL y el marco del paisaje."La bajada permitió que desandara el camino con rapidez y sin tropiezos. Mi alegría era indescriptible, y la caminata la hice hablando a los gritos conmigo mismo. Había descubierto el sitio ideal para mi taller definitivo, pero debía cuidarme de no comentarlo con nadie para evitar inconvenientes." 
Fue un amor a primera vista, pero duró para el resto de su vida. 

Como no se vendían lotes sino grandes extensiones, formó, junto a su hermano Miguel, una especie de sociedad con 15 uruguayos y 15 argentinos para comprar lo que hoy es Punta Ballena, tan sólo por 4 pesos el m2, lo que valía en época una caja de cigarrillos. 

Desde aquella tarde y luego de pedirles permiso a dos pescadores, únicos habitantes del lugar, que vivían en modestas chozas de lata, se instaló en una casilla de chapa.

No tenía nada. No había agua, mucho menos luz y llegar allí siguió siendo durante varios años una odisea. 

La Pionera
A los dos años la casilla de lata se convirtió en "La Pionera", Era una casa de madera, que el mar traía los días de tormenta y que él mismo se encargaba de recoger con la ayuda de los pescadores. 

Simultáneamente y en la mesa del estudio de su amigo, el arquitecto Enrique Benech, Páez dibujaba los bocetos de lo que años más tarde sería su mejor obra: Casapueblo.

En 1960 empezó a cubrir La Pionera con cemento y así siguió creciendo, sumando habitaciones como vagones a una locomotora. Dejando resbalar su imaginación al ritmo de los movimientos de las diferentes capas de nivel de la montaña, logró una perfecta integración de la construcción con el paisaje, sin afectar su naturaleza. 
Y sin darse cuenta, con su cuchara de albañil llegó hasta el mar. 

En todo momento se mantuvo en guerra abierta contra la línea y los ángulos rectos, tratando de humanizar su arquitectura, haciéndola más suave, con concepto de horno de pan. 

Modeló las paredes con sus propias manos, valiéndose de guantes que creó con restos de cubiertas y poco a poco se fue forjando su "escultura para vivir". "Así cree un barco encallado en los acantilados de Punta Ballena, un barco quieto, pero con tripulación activa, cuyos camarotes están llenos de gente, que viene a vivir, que viene a gozarla"

Páez, sabedor de que para muchos arquitectos Casapueblo podría resultar una insolencia, para otros un ejemplo de arquitectura en libertad, desprovista de planos, señalaba: "Pido perdón a la arquitectura por mi libertad de hornero."

"Llegaba alguien, un amigo, y me decía que iba a quedarse una semana. "Bueno le decía yo , quedate una semana más y te hago un cuarto". Y entonces un día me encontré con que hay cincuenta cuartos con sus respectivos baños. Y entonces pensé qué lindo sería hacer una escuela sobre el mar, que tuviera becarios que vinieran de Europa, de Asia, de todo el mundo, una universidad, un centro de simposios, que vinieran no sé, Vargas Llosa, Benedetti. Pero eso no pudo ser, llegaron malas épocas y entonces, un poco como un manotón de ahogado, acepté una propuesta de un grupo hotelero de Bariloche para que ese sector donde yo tenía tantos cuartos construidos se transformara en un pequeño hotel, una pequeña posada. Ese lugar está ahora espléndidamente cuidado y me da la tranquilidad de que me puedo dedicar a la parte del museo."

"Adiós Sol…! Mañana te espero otra vez. Casapueblo es tu casa, por eso todos la llaman la casa del sol. El sol de mi vida de artista. El sol de mi soledad. Es que me siento millonario en soles, que guardo en la alcancía del horizonte" (Ultimo párrafo de "Oda al Sol" Poema de Páez Vilaró que se repite ritualmente en la terraza de Casapueblo a la Caída del Sol)

"Oda al Sol surgio en 1994, a partir de aquel momento pensé repetir a diario ese momento emotivo en que todos hacen silencio y sólo se escucha el poema que escribí y le dediqué al sol. De allí que, cuando yo parta, deseo que Casapueblo siga manteniendo su filosofía, y le sirva a toda la gente de Punta del Este y del mundo como fuente de inspiración, que no pierda su energía, porque Casapueblo es el reflejo de mi propia vida."

Fuentes: Libro "Cuando se Pone el Sol" Carlos Páez Vilaró
             Diario El País
             Carlos Páez Vilaró, Documental A&A Comunicaciones
             Revista Gente

        


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